Turquía
El teatro de sombras siempre ha ocupado un lugar muy destacado en Turquía y en todo el vasto territorio otomano. Su espíritu satírico consiguió un gran éxito entre la clase media. El teatro de sombras estuvo presente en todas las festividades y celebraciones importantes: circuncisiones, bodas, mes del Ramadán, etc. En el siglo XIX, Karagöz pasa a ser el héroe de los países árabes de la cuenca mediterránea.
Parece que se extendió desde el este y sudeste asiático hacia el Oriente Próximo y Europa, pero existen algunas dudas respecto al itinerario que siguió hasta llegar a Turquía. Puede ser que los gitanos procedentes de la India y Java lo introdujesen en los siglos IX y X, o que lo hiciesen los judíos expulsados de España y Portugal a finales del siglo XV. Tal vez la hipótesis más creíble es que fuese importado desde Egipto por el sultán Selim I en el siglo XVI. Las leyendas que hablan de su origen, aunque con escaso fundamento histórico, lo sitúan en el imperio otomano, lugar donde prosperó.
Desde finales del siglo XVI, el teatro de Karagöz puede encontrarse en fuentes otomanas y en los Soûrnâmeh, obras ilustradas de miniaturas que describían las fiestas de la época. En el siglo XVII, cuando se adopta la forma y estilo actual, comienzan a conocerse algunos detalles sobre diálogos, personajes y bocetos de algunas obras. En este momento vemos aparecer el teatro de sombras en notas de viaje de autores occidentales.
Los estereotipos humanos se describen de una manera caricaturesca, con un agudo sentido de la observación y un humor corrosivo. Se describen las costumbres de la población masificada de la capital, la vida diaria con sus personajes cotidianos; hay alusiones a los hechos de actualidad y críticas a un gobierno tiránico. Este teatro no sufrió la influencia extranjera hasta 1840, cuando se introdujeron traducciones libres de Molière. Existen alrededor de sesenta obras, de las cuales cuarenta y siete perteneces al repertorio clásico. Actualmente Karagöz todavía tiene autores propios: algunos escritores (Ismayil Hakki, Aziz Nesin) o los mismos titiriteros que se esfuerzan por componer textos y situar a los héroes en el mundo actual.
Las figuras de sombras turcas están hechas tradicionalmente de piel de camello, tratada especialmente para hacerla translúcida y brillante, y que después es coloreada con tintes.
Con la introducción de la cultura occidental y, más recientemente, con la llegada de la radio, el cine y la televisión, el público se ha alejado de las artes tradicionales, y el teatro de sombras ha sufrido las consecuencias. Actualmente, Karagöz es objeto de estudios sociológicos y teatrales y representa oficialmente a Turquía en los festivales internacionales.